El valor de una Foto...
El valor de una Foto, no deja de ser más que el más sencillo homenaje a dos mujeres más de un pueblo cuyas
historias podrían ser las de cualquieras otras que vivieran en su época de
posguerra en Canarias.
Pero, más allá del perfil de una cara, es este el testimonio
de un hecho familiar que era conocido a todas luces menos para los integrantes
de un núcleo familiar de este pueblo.
La vida truncada de Madre e Hija sin mayor culpa que ser
jóvenes y de clase pobre .
73 años atrás ,la historia se inicia en la persona de una
chica humilde de 16 años. Empleada de
hogar interna que entró a trabajar en la casa de un conocido señorito ricachón
de pueblo.
Tras su llegada a tan noble casa y , transcurrido un corto
tiempo, fue devuelta a su domicilio paterno ,según el señorito, porque le
escupía y tenía unas reacciones extrañas.
De regreso al hogar y tras el paso de unos meses, su humilde
padre ( simple labrador de la zona de La Lechuza) comprobó el motivo de la
“devolución de su hija”: un embarazo.
El padre acudió a dar cuentas al señorito quien ante el
requerimiento de una explicación sólo dio una callada por respuesta.
La joven al dar a luz a una niña, y tras meses de sufrimiento
por su embarazo, enloqueció y rechazó de inicio a su hija.
Dos mujeres quedaron marcadas de por vida por un acto tan vil
y cobarde de un ser que no tiene calificativo.
De haber transcurrido estos hechos en estos tiempos, al buen
señorito se le hubiera demandado por
violación de una menor y obligado al
reconocimiento del apellido de su bastarda.
Su esposa, conocedora y cómplice de este acto, calló el
inhumano fallo de su esposo.
Dignísimo empresario, dignísimo padre de familia, dignísimo
“caballero”…tan digno que no se merece ser llamado padre.
Esa hija perdida a la suerte del azar, creció al amparo y
apellidos de su madre y abuelos maternos, única familia reconocida aunque ,todos los que conocieron su historia, vecinos y allegados, la apodaban:
LA MARTELA.
Esa era su herencia ,una paternidad nunca y jamás reconocida
para afrenta de tan digna familia acaudalada para sus tiempos.
Entre internado de monjas y sus abuelos pudo crecer físicamente , pasando muchas
miserias ,penas, desconsuelos y hambre .Un día de Reyes como regalo del
convento recibió un bocadillo con mantequilla porque los hijos no reconocidos
no tenían derecho a más.
Su madre , nunca se casó. Internamente sentía un rechazo a
los hombres, de hecho en otra etapa de su vida volvió a sufrir ataques de
locura…un dolor y un daño que nunca se mereció pues le arrebataron su juventud
y su vida.
Trabajó como asistenta en una noble casa donde los señores comprendieron
y arroparon su pena siendo para ellos como parte de su propia familia; afecto
que llegó hasta sus nietos , cosa que les estaremos eternamente agradecidos:
Señores Cabrera.
La hija María creció y trabajó de lo único que podía saber,
como asistenta en casa de señoritos. Tuvo la suerte de poder casarse y formar
su propia familia.
Sus hijos siempre hemos sabido la verdad de su historia y
jamás hemos necesitado el cariño de un ser llamado abuelo, por su parte, pero
más mamá añoró en algunos momentos de su
vida de tener ese apoyo, cariño y presencia de un padre que nunca tuvo .
Hoy en día mamá no desea más que ponerle cara a ese
hombre del que decían en el pueblo, que
se parecía a Jorge Negrete.
No quiere nada de el. Ella pudo hacer su vida, hacer su
propia familia y entregarnos todo el amor que a ella le fue negado.
Tiempo hubo de poder llegar a el, pero no dinero pues un
pleito y pruebas de paternidad tenían su coste y faltaban los medios.
Calificativos le podríamos dar muchos pero dejemos que sea la
justicia divina a quien de cuentas de su vil acción.
Este es y será el único intento de conseguir una foto, que se ha tenido y tendremos
hacia los integrantes de esa familia sólo con este deseo muy peculiar de una
hija no amada, no deseada y despreciada por ese hombre.
Hombre que mientras el comía en su mesa rodeado de sus hijos
un buen potaje caliente ,en un colegio de monjas ,su hija separaba los gorgojos
del mismo potaje para poder subsistir ,o pedía con las monjas un simple plátano
verde para comer, paradoja de la vida.
Tal canallesca, vileza humana, no tiene perdón de Dios, pero
que sea el quien le juzgue.
El rompió un eslabón en un árbol genealógico familiar
destrozando la vida de 2 mujeres de un pueblo, mujeres anónimas y sufridoras de
un destino injusto y cruel. Mujeres tan
válidas como cualquiera del pueblo.
YO
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