La historia del rey y la sirvienta




Cuento Sufí


¡Escuchad, oh amigos!, esta historia;

historia que, en sí, es el relato de nuestro propio estado.

(Masnawi I 35)


Un rey, acompañado de un grupo de cortesanos, ve, en el transcurso de un viaje, a una bella sirvienta, y, enamorándose de ella, la compra a su amo. Más tarde, cuando el rey quiere reunirse con su bella sirvienta, la encuentra enferma y moribunda. El rey, preocupado, llama a todos los médicos de la corte, solicitándoles que curen a su sirvienta. Sin embargo, por mucho que los médicos la tratan, no hay ninguna mejoría en la bella doncella. El rey, muy apenado y perdida toda esperanza en los médicos, se retira y se sumerge en lamentos y oraciones, suplicando a Dios, y refugiándose en Su misericordia. Durante sus oraciones, el rey se queda dormido y tiene un sueño en el que un anciano le da la buena nueva de que al día siguiente por la mañana un médico sabio vendrá para curar a la sirvienta. Por la mañana, el rey va a su encuentro, y cuenta su problema al médico de Dios, poseedor de un perfecto conocimiento de la psicología.

El médico espiritual, después de examinar a la sirvienta, y de estudiar todos los síntomas, diagnostica que la causa de su enfermedad no es física, sino más bien psíquica. De ahí que, para desatar el nudo emocional y resolver el problema psicológico de la sirvienta, entabla una conversación con ella. Toma la muñeca de la sirvienta en su mano, y, al mismo tiempo que controla atentamente su pulso, le pregunta acerca de las ciudades que ha visto, de la gente que conoce, etc. Hasta que, finalmente, descubre que está enamorada de un joven joyero que vive en la ciudad de Samarcanda.

A petición del médico espiritual, el rey envía un emisario en busca del joven, para ofrecerle el empleo de joyero de la corte, y éste lo acepta con codicia. Cuando el joven llega a palacio, el rey le recibe con honores y gratitud, y le confía la labor de trabajar con las valiosas joyas de la corte y, al mismo tiempo, por consejo expreso del médico, le regala a su bella sirvienta.

Después de varios meses, cuando la sirvienta recobra por completo la salud, el médico espiritual prepara un jarabe, y echando cada día, de forma secreta, un poco en la bebida del joven joyero, hace que éste, poco a poco, enferme, volviéndose cada día más delgado y pálido, hasta perder por completo su belleza, lo que, a su vez, causa que la sirvienta pierda toda la admiración que sentía por su amado y que se apague su amor.


El enamoramiento es visible por la pena del corazón.

No hay enfermedad como la enfermedad del corazón.

Los amores que son por el color y la belleza [externa],

no son amor, sino tan sólo una desgracia.

(Masnawi I 109-110)

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