¡¡¡ Simplemente Jamal !!!
Hoy os dejo un microrrelato de mi novela,hecha con mucha ilusión y amor.
Una novela que con tanta ilusión y cariño le dí vida.
Vida a un joven que supo crecer personal y humanamente ,por sus propios medios y con la tenacidad y sabiduría de un auténtico tuareg.Digno homenaje a un continente tan rico como variado,AFRICA.
Su relato es tan vivencial como real:
"".............................Todo parecido con la realidad es pura coincidencia.
Jamal no existe en la realidad; cualquiera puede serlo.
Al final sólo cabe destacar la lucha feroz, interior, de un hombre que supo encontrar la significación exacta de su tónica vital. El fue el elegido, ¡lo sabía !.
El hecho de que el hombre sea blanco, negro, amarillo, mestizo, gitano, etc, no quiere decir que su corazón no sea de igual color; que luche por ideales diferentes.
“Somos iguales “, interior y exteriormente, fisiológicamente los mismos: alma y cuerpo que alimentar.
Podemos pensar, sentir, actuar de variadas formas; sin embargo, al final, acabaremos teniendo igual fin. Dios- llámese Allah, Jehová o como se quiera llamar- nos hizo semejantes a su imagen siendo el propio hombre quien pone las desemejanzas.
Somos conocedores del Bien y del Mal, la pena de la gloria, lo dulce de lo amargo, lo duro de lo blando...Conocedores de la doble ambigüedad de la vida.
Es el hombre propiamente quien marca las barreras entre dos mundos: el que debe ser y el que es. Existir es bello, tanto que es el mejor – más preciado – presente, regalo divino.
Al final sólo cabe destacar la lucha feroz, interior, de un hombre que supo encontrar la significación exacta de su tónica vital. El fue el elegido, ¡lo sabía !................................"""
¡¡¡ Simplemente Jamal !!!
Decía Platón que la vida
parte a raíz de la caída del espíritu en el carro de la vida, surgiendo de la
nada.
Nada y
todo es lo que fue
concedido a mi buen amigo JAMAL.
Joven por edad, mahometano por excelencia; marcado en el
entresijo de un apellido ancestral: BULUFA.
JAMAL BULUFA, es y sigue siendo, un
hombre de corazón noble, fuerte, gallardo y fiel al convencimiento de “Allah
“, al amor de una tierra que le vio crecer, y sobre todo, sufrir.
Pareciese que su designio
estuviese predestinado a la desidia.
Marruecos, lejano, y místico, glorioso, hospitalario, popular,
vivarachero, sol, playa, todo y aún más
englobado en un mosaico multicolor cual
arco iris adornando cielo y tierra.
Su
historia, larga con períodos
prósperos y brillantes donde ha sabido siempre triunfar de las dificultades pasajeras,
salvaguardando su libertad y unidad territorial.
El corazón de este país,
pueblo bereber de raza blanca, de organización social
trivial,donde un número determinado de
familias patriarcales, reclamándose del
mismo antepasado se juntan en clases, en fracciones o tribus. Una asamblea
de “notables” hace respetar
la justicia y toma las decisiones de
interés general.
Mezcla de tribus, disputas
de Cherifs, (descendientes de Mahoma)
fueron configurando la estructura actual del país que engendró al personaje de
nuestra historia – realidad ,leyenda, toda vez.
Jamal lo fue, sólo cabe completarla con el primer
pensamiento mahometano: “Dios es grande - ALLAH
AKBAR “.
Se puede ser
feliz pues todo ser está programado, en cada célula de su organismo, en
cada latido de su corazón, en las zonas
más abismales del espíritu, para ser dichoso, feliz.
En la realidad humana, cada
individuo nace, está predestinado a seguir el curso de un destino, de una
determinada existencia; todo ello independientemente de su voluntad o libre
albedrío. Si pudiéramos elegir ser quienes somos (o queremos ser), vivir en una
región concreta: ciudad, población, etc., Nuestro deseo sería eje sobre el cual
rodaría nuestro andar.
Nacemos libres pero el hombre, en
ese instante, pone sus propias ataduras: creencias, convicciones familiares,
sociales, tabúes.
La vida nos viene dada, regalada
como tributo de un Dios - llámese Allah,
Buda, Jehová,generoso, repleto de amor a sus hijos, nosotros, todos.A lo que replica un viejo cantar,
con la sabiduría de la experiencia:Cada hombre en sí debe acatar, cumplir, con tan generoso
presente celestial. Nada más fácil y
sencillo.
En el desconcertante Marruecos,
más exactamente en la misteriosa, enigmática zona de Zagora,
un chico, JAMAL BULUFA, de
tan sólo 17 años, vivía con el recuerdo
y el sueño de hacer realidad su mayor
ilusión: ser alguien importante en la vida, o al menos, importante consigo mismo.
Con su fresca edad ya anhelaba un
mundo sin fronteras, dilatado, holgado, en el cual su existencia abarcara cada
palmada del reloj, un instante se transformaba en una aventura.El había nacido en un exiguo y desvalido poblado de la gran
Zagora.
Anclado a una existencia vital, real, no aceptada.
Una batalla tan existencial,
vivencial, no podía aunarse en un cuerpo
joven y puro como el de Jamal.
Sus padres eran muy mayores sin apenas fuerzas
para trabajar y alimentar a sus cuatro hijos, varones respectivamente. Subsistir allí
era difícil, costaba ganarse el dirham( dinero ) y el pan que
llevarse a sus bocas.
La agricultura era poco rentable: la aridez del terreno, la escasez de agua,
dinero para las semillas entre otros, la
empobrecieron cada vez más.
A medida que Jamal
y sus hermanos crecían, ayudaban al anciano padre en lo que su juventud les
permitía, sin tener tiempo para pensar en labrarse ellos mismos, es decir,
adquirir una cultura que les diese una
identidad, un ente personal.
Un hecho crucial, crítico, cambiaría el rumbo de su existir:
la muerte de su “madre-
amiga-confidente”.En el lecho de su muerte, Jamal
le prometió a su madre cuidar de sus hermanos; cuatro, tres y un año menores
que él hasta que ellos tuvieran sus vidas independientes; resueltas de él.
Su padre se había casado con una
viuda bien adinerada y libre de ataduras
familiares algunas.
A sus
20 años, Jamal- mitad hombre, mitad niño – sólo sabía escribir su nombre a
duras penas. Cuidó de sus hermanos menores: El Bachiri, Alí y Husayn , como
mejor sabía, podía.
Trabajó en varias comarcas; en diferentes
ocupaciones: mercader, camellero, feriante, cuidador de cabras, etc.
Ellos habían resucitado, sin quererlo, su gran
anhelo. Aprendía- diríase que devoraba – con ansiedad infrenable todo lo
que resultaba desconocido para él; atractivo, tentador, y cada vez, el ansia de superación iba ganando terreno,
fuerza en él, en su corazón hambriento.
Jamal
no quería ser “uno más entre la masa
“que se limitaba a dejar transcurrir los
días sin más. “Dueño de todo y dueño de nada “.En sus cálidos arenales
se sentía arropado, señor de las arenas,
guardián de fantasías, cual Tuareg firme, arrogante, seguro de sí mismo, leal,
fiel.
¡No
es fácil aceptar que tu vida no te pertenece; que tu cuerpo humano y carnal son sólo claras cenizas, tan
etérea materia...!
¡Qué
fácil desconectarse de la verdad de la vida y subir más allá del Universo;
soñar es lo más bello que posee el hombre!
Trabajó
muy duro hasta que su cuerpo, ya molido de sufrimientos, pesares, empezaba a
quejarse.
Llegó
a robar (falló ante los preceptos del Corán) para conseguir algún sustento para sus desvanecidos cuerpos; suplicando
cuando tenía que guardar su orgullo entres sus mandíbulas; apagándose de tal
forma, poquito a poco. Nunca se vio tanta rebeldía, lucha, en un ser pequeño pero un ser de alma grande. No podía ser más
complejo.
¡Un
golpe de suerte sería suficiente!
Y
como surgido de un saco de sorpresas, así cambió la trayectoria de vida para
los Bulufa, y en especial para nuestro Jamal..Sus hermanos: El –Bachiri, Alí y Husayn crecieron rápidamente como crece la
hierba mala, forjándose cada uno sus propias vidas.Husayn,
el más pequeño, marchó con su padre quien había comprado un rebaño de cabras
para criarlas y venderlas.
Las
penas y las promesas que Jamal había contraído iban desapareciendo como
recompensa divina: “Es de buen hijo ser agradecido con el Padre porque la cosa más dulce que la miel es el amor de
los hijos buenos a los padre.”Marchó
a la ciudad prometida: Rabat.
Colgó
desventuras, adversidades, ilusiones, sinsabores, penas, amarguras; más
congojas que alegrías.
Jamal se enteró de que se abrió una moderna refinería de
petróleo y necesitaban mano de obra. Sin dudarlo dos veces, partió hacia la
capital con las pocas pertenencias que tenía en su gran saco de sueños
acumulados durante tanto tiempo.
Aún
así, él estaba allí: ¡Jamal Bulufa!,
¡y que todos se enteraran!, ¡estaba
escrito, él lo sabía!
Trabajó hasta la extenuación, duro, pero le
recompensaba guardar lo suficiente para subsistir e ir apartando alguna moneda.
Desempeñó
todo tipo de labor dentro de la empresa; este aspecto no mermaba su capacidad. Sólo era cuestión de un poco de
paciencia y tiempo.
Escalafón a escalafón fue llegando a la directiva puesto que su
característica personal innata y la confianza ganada entre sus
superiores lo distinguieron
notoriamente.
Se convirtió en otro hombre nuevo (el que él
quiso) a fuerza de voluntad, empeño y suerte del destino. En consecuencia de
todo ello, él ,Jamal, mahometano –musulmán, no olvidaría nunca dar las gracias
a Allah; sin él, sin su ayuda, no hubiera sido quien estaba predestinado a ser.
De
esta forma, Jamal recita versos que afloraban
a sus labios como bálsamo a un corazón oprimido, luchador, henchido de
entrañable nobleza y agradecimiento hacia un Dios,” su Dios “en el que depositó
su confianza sin ser defraudado en sus esperanzas.
Su
oración de gracias comenzaría como cada noche lo hacía desde que su madre le
enseñara cuando aún balbuceaba tímidamente en su regazo:
¡¡¡ ALLAH AKBAR !!!
¡Gracias Señor, eternamente gracias!
Tu hijo, Jamal
Autora: Sami-Samira.
Las Palmas de G.C.,13 de Abril de 2013
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