El cuidado personal no tiene épocas: Tocados y peinados en el Antiguo Egipto.
Egipto es un país africano, por lo tanto debemos pensar que sus habitantes tendrían en su mayoría cabello oscuro y rizado como correspondería étnicamente a las razas mediterráneas. No queremos decir los rizos pequeños y apretados de los individuos de raza negra, sino ondulado, o al menos no liso como encontraríamos en las culturas americanas o en las personas pertenecientes a la razas orientales. El pelo de los egipcios se iría haciendo más rizado cuanto más al sur, en la zona de Nubia, donde ya sería el tipo de cabello fuertemente rizado de la raza negra.
Por lo tanto cabe suponer que los habitantes de Egipto tendrían, en su mayoría, cabellos negros, o al menos bastante oscuros. Y también que la calidad de su pelo era buena, ya que el cabello en las razas mediterráneas suele ser abundante y fuerte.
No obstante, una vez más, la climatología de Egipto, con su calor sofocante, condiciona casi todos los aspectos de esta civilización. Y el estilo de peinado no podía ser menos. Los egipcios normalmente llevaban el cabello corto, o incluso rasurado. Si acaso las mujeres podían llevar una melena corta y cuadrada, pero los hombres solían cortar sus cabellos muy cortos, casi al estilo actual. Esto tiene toda la lógica del mundo en lo referente a las clases trabajadoras. El pelo corto o rasurado era una buena manera de hacer frente al calor y a los parásitos. Por este mismo motivo también se depilaban todo el vello corporal.
El cabello y el cuero cabelludo era motivo de constantes atenciones. Unas veces se trataba de combatir las canas, otras veces la calvicie, otras tratar de hacer que el pelo creciera de nuevo, e incluso les preocupaba que las cejas se les volvieran grises. En el Papiro Ebers encontramos recetas para “transformar a un viejo en joven” (esto sería un tinte) así como otra destinada a mujeres y que sirve para “hacer que a una rival se le caiga el pelo”. Esta receta se compondría de hojas de loto quemadas y sumergidas en aceite que habría que aplicar en la cabeza de la mujer odiada.
La receta propuesta por los egipcios para hacer crecer el pelo de alguien calvo sería: grasa de leon, grasa de hipopótamo, grasa de cocodrilo, grasa de gato, grasa de serpiente y grasa de ibis, todas ellas mezcladas y puestas en la cabeza. No sabemos si esto era efectivo, aunque el hecho de que la alopecia siga atormentando a la humanidad, nos hace dudar de su eficacia..
Las referencias al cabello también tienen su importancia en la mitología. La diosa Isis, al enterarse del asesinato de su marido, lo primero que hace es cortarse un mechón de su cabello antes de emprender su búsqueda del cuerpo. Igualmente cuando llega a Biblos, enseña a las damas de aquella corte a trenzar sus cabellos.
En los ritos funerarios también parece que el cabello tenía su papel. Hombres y mujeres aparecían con el pelo en desorden, y las mujeres plañideras se tiraban del pelo entre lamentos, y se tiraban ceniza sobre ellos. Por otra parte, en muchos enterramientos han aparecido pequeñas trenzas o bucles de pelo humano cuidadosamente guardados en cajitas. No sabemos muy bien si esto eran postizos o extensiones y formaban parte del ajuar funerario, como el caso de las pelucas completas, o era simplemente una cuestión piadosa basada en el cariño de alguien por el fallecido o viceversa.
La realeza contaba con peluqueros y barberos que cuidaban tanto de su pelo natural como de las pelucas. Tanto mujeres como hombres se ponían a diario en manos de los peluqueros, barberos, manicuristas, etc., al menos esto es lo que nos quieren indicar las representaciones oficiales. Solo en el caso de la familia amárnica tenemos la seguridad absoluta de que llevaban el cráneo rasurado. Hay gran cantidad de representaciones en las que aparecen tanto la pareja real, como sus princesitas luciendo sus alargadas cabezas afeitadas.
Pero en la vida real, las clases trabajadoras se conformaban con ir al barbero/peluquero de vez en cuando para que les rasurase el cráneo. Para ello, hacían cola al aire libre y esperaban su turno echando un sueñecito a la sombra. Así lo vemos en la tumba de Userhat, la nº 56 de Gurnah.
Ahora bien, casi podemos decir que se sabía la posición social de un personaje por la longitud de sus cabellos. Cuanto más adinerado era el personaje, más largo el cabello. Un hombre o mujer de cabellos largos no podría estar trabajando en el campo a pleno sol, y si lo hacía, el aspecto de sus cabellos sería de suciedad y desaliño. Así, solo quienes tenían sirvientes para cuidarles y trenzarles el pelo, podían permitirse dejarlo crecer. Aunque, a partir de las representaciones, es muy dificil determinar si el pelo era natural, o se trataba de peluca. Por supuesto en los elaboradisimos peinados que vemos en los banquetes, o en las decoraciones de las tumbas, no nos cabe ninguna duda de que son pelucas. La duda aparece cuando el peinado es “posible”, es decir, no es tan sofisticado, y sería por lo tanto factible que fuera de pelo natural.
Amigos de la Egiptología
Por lo tanto cabe suponer que los habitantes de Egipto tendrían, en su mayoría, cabellos negros, o al menos bastante oscuros. Y también que la calidad de su pelo era buena, ya que el cabello en las razas mediterráneas suele ser abundante y fuerte.
No obstante, una vez más, la climatología de Egipto, con su calor sofocante, condiciona casi todos los aspectos de esta civilización. Y el estilo de peinado no podía ser menos. Los egipcios normalmente llevaban el cabello corto, o incluso rasurado. Si acaso las mujeres podían llevar una melena corta y cuadrada, pero los hombres solían cortar sus cabellos muy cortos, casi al estilo actual. Esto tiene toda la lógica del mundo en lo referente a las clases trabajadoras. El pelo corto o rasurado era una buena manera de hacer frente al calor y a los parásitos. Por este mismo motivo también se depilaban todo el vello corporal.
El cabello y el cuero cabelludo era motivo de constantes atenciones. Unas veces se trataba de combatir las canas, otras veces la calvicie, otras tratar de hacer que el pelo creciera de nuevo, e incluso les preocupaba que las cejas se les volvieran grises. En el Papiro Ebers encontramos recetas para “transformar a un viejo en joven” (esto sería un tinte) así como otra destinada a mujeres y que sirve para “hacer que a una rival se le caiga el pelo”. Esta receta se compondría de hojas de loto quemadas y sumergidas en aceite que habría que aplicar en la cabeza de la mujer odiada.
La receta propuesta por los egipcios para hacer crecer el pelo de alguien calvo sería: grasa de leon, grasa de hipopótamo, grasa de cocodrilo, grasa de gato, grasa de serpiente y grasa de ibis, todas ellas mezcladas y puestas en la cabeza. No sabemos si esto era efectivo, aunque el hecho de que la alopecia siga atormentando a la humanidad, nos hace dudar de su eficacia..
Las referencias al cabello también tienen su importancia en la mitología. La diosa Isis, al enterarse del asesinato de su marido, lo primero que hace es cortarse un mechón de su cabello antes de emprender su búsqueda del cuerpo. Igualmente cuando llega a Biblos, enseña a las damas de aquella corte a trenzar sus cabellos.
En los ritos funerarios también parece que el cabello tenía su papel. Hombres y mujeres aparecían con el pelo en desorden, y las mujeres plañideras se tiraban del pelo entre lamentos, y se tiraban ceniza sobre ellos. Por otra parte, en muchos enterramientos han aparecido pequeñas trenzas o bucles de pelo humano cuidadosamente guardados en cajitas. No sabemos muy bien si esto eran postizos o extensiones y formaban parte del ajuar funerario, como el caso de las pelucas completas, o era simplemente una cuestión piadosa basada en el cariño de alguien por el fallecido o viceversa.
La realeza contaba con peluqueros y barberos que cuidaban tanto de su pelo natural como de las pelucas. Tanto mujeres como hombres se ponían a diario en manos de los peluqueros, barberos, manicuristas, etc., al menos esto es lo que nos quieren indicar las representaciones oficiales. Solo en el caso de la familia amárnica tenemos la seguridad absoluta de que llevaban el cráneo rasurado. Hay gran cantidad de representaciones en las que aparecen tanto la pareja real, como sus princesitas luciendo sus alargadas cabezas afeitadas.
Pero en la vida real, las clases trabajadoras se conformaban con ir al barbero/peluquero de vez en cuando para que les rasurase el cráneo. Para ello, hacían cola al aire libre y esperaban su turno echando un sueñecito a la sombra. Así lo vemos en la tumba de Userhat, la nº 56 de Gurnah.
Ahora bien, casi podemos decir que se sabía la posición social de un personaje por la longitud de sus cabellos. Cuanto más adinerado era el personaje, más largo el cabello. Un hombre o mujer de cabellos largos no podría estar trabajando en el campo a pleno sol, y si lo hacía, el aspecto de sus cabellos sería de suciedad y desaliño. Así, solo quienes tenían sirvientes para cuidarles y trenzarles el pelo, podían permitirse dejarlo crecer. Aunque, a partir de las representaciones, es muy dificil determinar si el pelo era natural, o se trataba de peluca. Por supuesto en los elaboradisimos peinados que vemos en los banquetes, o en las decoraciones de las tumbas, no nos cabe ninguna duda de que son pelucas. La duda aparece cuando el peinado es “posible”, es decir, no es tan sofisticado, y sería por lo tanto factible que fuera de pelo natural.
Amigos de la Egiptología
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