La danza de las mariposas
Érase una vez una mariposa llamada Leila que, como toda mariposa, antes fue una pequeña larva.
En un día caluroso Leila se dispuso a volar, quería conocer a todos los seres del gran bosque, desde el cielo pudo ver a una pequeña hormiguita parada, y volando se posó cerca de ella y le dijo:
-Pequeña hormiguita, ¿que te ocurre?
La pequeña hormiguita quedó sorprendida ante las grandes y bellas alas de la mariposa y le dijo:
-Seguía a mis compañeras de camino a nuestro hormiguero pero unos saltamontes nos cogieron y nos llevaron lejos, yo pude escapar pero no sé donde me encuentro.
Leila podía localizar su hormiguero desde el aire y le dijo:
-No te preocupes hormiguita yo te diré hacia donde debes ir.
Con la ayuda de Leila, la hormiguita pudo llegar a su hormiguero y le dijo:
-Muchas gracias bella mariposa, gracias a ti pude llegar a mi hormiguero.
Después de decirle esto le sonrió y entró a su hormiguero para contarle a sus compañeras lo sucedido.
La Mariposa Leila estaba realmente feliz y se dispuso a volver con sus compañeras, quería decirle a todas lo feliz que estaba su corazón, pero al llegar, sus compañeras le decían:
-¿Por qué llegas tan tarde Leila?
Leila intentó contestar, pero las compañeras le interrumpieron diciendo:
-No hagas ruido y vete a dormir.
Al día siguiente sus compañeras le increpaban:
-Mira tus alas Leila, han perdido brillo, ¿De qué flor te alimentastes ayer?
Leila respondió:
-Ayer no pude alimentarme de ninguna, porque estuve ayudando a una pequeña hormiguita.
Sus compañeras le decían:
-No pierdas el tiempo Leila, tienes que alimentarte para ser más bella, mira el brillo de nuestras alas, miestras que tus alas se han vuelto feas y sin brillo.
Leila se entristeció y se dispuso a buscar una flor para alimentarse.
Iba volando por el bosque buscando una flor cuando de repente escuchó el llanto de una pequeña oruga, de prisa, voló hacia la pequeña oruguita y le dijo:
-¿Qué te ocurre?
La pequeña oruguita, llorando, le dijo:
-Mi mamá se marchó y me dejó solita.
Leila le dijo:
-No te preocupes oruguita, yo te haré compañía hasta que regrese tu mamá.
Y la pequeña oruga dejó de llorar. Muy sorprendida, le hacía muchas preguntas a Leila.
-¿Cómo conseguistes esas grandes alas?
Leila le dijo:
-Dios me dió estas alas, y algún día a tí también te las dará y podrás volar, algún día pequeña oruguita, si Dios quiere, te convertirás en mariposa.
La pequeña oruga estaba muy feliz, soñaba con el momento en el que sería mariposa y podría volar.
Leila contestaba a todas sus preguntas y conversaron todo el día hasta que llegó la madre de la oruguita, la mamá no pudo llegar antes porque la comida se encontraba muy lejos y las orugas son muy lentas caminando.
Entonces Leila vió que se hizo de noche y se despidió de la pequeña oruga y su mamá.
La pequeña oruguita le dió las gracias y le dijo:
-¡Algún día volaré contigo Leila!, y le sonrió.
Leila se dispuso a volar muy contenta, pero recordó las palabras de sus compañeras y fue a buscar una flor, como era ya de noche y las flores estaban cerradas no encontró ninguna para alimentarse, entonces volvió junto a sus compañeras y al llegar, sus compañeras le vieron sin brillo y cansada, y le dijeron:
-¡Leila!, ¡¿otra vez vienes sin alimentarte?!, tus alas se han vuelto feas y sin brillo, no puedes estar con nosotras que somos bellas, te pedimos que te marches de nuestro bosque, no te queremos aqui.
Entonces Leila se marchó triste y cansada y voló por el bosque llorando. En ese momento Dios vió cuan triste se sentía Leila y le dijo:
-Leila, mañana te despertarás en un lugar nuevo, no te preocupes, duerme plácidamente en el árbol que tienes frente a ti.
Al día siguiente Leila despertó y vió un bosque nuevo, había muchas mariposas y muy bellas, entonces una de sus compañeras le dijo:
-Buenos días Leila, vienes del bosque antiguo, te mostraré el bosque de Dios en el cielo.
Entonces le mostró donde se alimentaban y donde jugaban, pero Leila vió una mariposa tocando un instrumento y le dijo:
-¿Las mariposas podemos tocar instrumentos para hacer música?
Y la compañera respondió:
-Así es, esa compañera se llama Mariel, toca el arpa, Dios le dijo que es la mejor tocando el arpa y siempre nos alegra el día con dulces melodías.
Leila estaba muy feliz en el nuevo bosque, le enseñaron muchas cosas sus nuevas compañeras, pudo verse en un espejo y vió sus alas, bellísimas alas, estaba muy contenta y fue a alimentarse de una hermosa flor, mientras se alimentaba escuchó un gran sonido, miró hacia el cielo y vió una multitud de seres con grandes alas, y le preguntó a una de sus compañeras:
-¿Qué son esos seres?
Y la compañera respondió:
-Son ángeles que van a rezar
De repente un ángel bajó muy rápido y se posó al lado de Leila, que se asustó al ver al gigantesco ángel, éste le dijo:
-¿Tu eres Leila?
Leila impresionada respondió:
-Si, soy yo
Entonces el ángel le dijo:
-Dios nos habló de ti, acompañame, no tengas miedo, sube a mi hombro y agarrate fuerte.
Leila se agarró con fuerza a uno de los dorados cabellos del ángel y le dijo:
-Estoy preparada
Entonces el ángel voló tan rápido que Leila veía muchos colores, las partículas de luz chocaban en su rostro, que maravillosa sensación, Leila quería contarselo a todas sus compañeras.
Pasados unos segundos el ángel se posó junto a otros ángeles y se dispuso a rezar, había muchísimos ángeles rezando, Leila quedó impresionada y rezó con ellos.
Cuando terminaron de rezar, Dios habló a Leila y le dijo:
-Eres la primera mariposa que ha rezado junto a los ángeles.
Leila sintió una alegría inmensa en su corazón y dió las gracias a Dios, pero tenía una pregunta guardada en su corazón y le dijo:
-Dios mio, no quiero que te enojes, quisiera hacerte una pregunta.
Dios le dijo:
-Pregunta Leila, responderé sin enojarme.
Entonces Leila preguntó:
-¿Por qué recuerdo a mis antiguas compañeras que tanto daño me hicieron?
Y Dios respondió:
-Antes, en el bosque antiguo, tu mente y tu corazón recordaban los malos momentos que te hicieron pasar tus antiguas compañeras y estabas muy triste, ahora tu corazón no recuerda los malos momentos y eres feliz, pero tu mente debe recordar para que no trates mal a tus nuevas compañeras.
Entonces Dios llevó a Leila junto con sus nuevas compañeras y estaba muy feliz, le dijo a una compañera:
-¿Sabes?, antes estuve rezando con los ángeles, soy la primera mariposa que ha rezado con los ángeles, y nosotras ¿cuando rezamos?
Entonces la compañera le dijo:
-Alégrate Leila, eres la primera mariposa que ha rezado con los ángeles, nosotras nunca hemos visto a los ángeles rezar, nosotras las mariposas no rezamos, agradecemos a Dios danzando en el aire.
Desde ese momento Leila agradecía a Dios danzando en el aire junto a sus maravillosas compañeras.
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