La Navidad y El Corán
Recién pasó la navidad y muchos iluminaron árboles de navidad, en sus casas, oficinas y en los sitios públicos. ¿Pero esto es acaso una costumbre cristiana?
Definitivamente, no. Tiene sus orígenes en la Antigua creencia germánica, de que un árbol gigantesco sostenía el mundo y que en sus ramas estaban sostenidas las estrellas, la luna y el sol (lo que podría explicar la costumbre de poner a los árboles, luces). Fuera de ello, los druidas, sacerdotes celtas originarios primitivamente del suroeste de Alemania (aunque luego se extendieron por casi toda la vieja Europa, quedando finalmente confinados a Irlanda), consideraban que los dioses habitaban en los árboles, los cuales se tocaban con las manos para pedirles favores; de allí la costumbre de “tocar madera para impedir un mal presagio”.
La mayoría de pueblos de Alemania (Godos, Germanos, Celtas y Sajones) tenían también la costumbre, de que cuando en invierno los árboles perdían sus hojas, “vestían a los árboles” generalmente con manzanas o piedras pintadas para lograr que regresaran pronto los espíritus buenos que habitaban en los árboles.
En algunas casas en los países nórdicos durante el invierno, se cortaban algunas ramas y se las decoraba con pan, adornos llamativos y frutas, para ponerle un poco de colorido a las casas mientras transcurría el gélido invierno.
Por otro lado, aunque no se sabe el día exacto del nacimiento de Jesús, muchos lo consideran en primavera, en el mes de Nisan, nuestro actual abril, cuando los campos reverdecían en Palestina y los pastores podrían estar con sus ovejas en campo abierto.
Sin embargo, a mediados del siglo IV, el Papa Julio I estableció la fecha del 25 de diciembre, día próximo a muchas fiestas del solsticio de invierno e inicio de las fiestas romanas, los bacanales, que duraban 1 semana y terminaban el 31 de diciembre, que era el fin del calendario solar romano y el 1º de enero, que era el primer día del nuevo año. De esa forma se trasladó al invierno del norte de la Europa cristiana, la celebración más importante de la cristiandad.
La costumbre del “árbol del invierno” se incorporó así a la celebración de la Navidad. Se cuenta que un misionero inglés en Alemania, comprendiendo que era imposible erradicar de raíz esa tradición pagana, la adoptó dándole un sentido cristiano, haciendo que el árbol adornado fuera también un símbolo del nacimiento de Cristo. Los primeros documentos que hablan de colocar árboles de abeto o de pino en las casas son del siglo XVII en la región de Alsacia.
En los países nórdicos, por esa misma fecha, se empezaban a reunir las familias en torno a un árbol de Navidad. El día 24 de diciembre los niños eran llevados a pasear al campo, mientras los adultos colocaban y decoraban con dulces o juguetes el árbol. A su regreso los niños eran sorprendidos con el árbol y los regalos, y así daba inicio la celebración de la fiesta de Navidad.
En 1750, en Bohemia se incorporan las bolas de cristal. Cuando la Reina Victoria de Inglaterra para celebrar la Navidad hace colocar un árbol en el palacio, decorándolo con velitas que hacen relucir una serie de bellos y finos adornos, la costumbre del árbol de Navidad se vuelve moda.
La aparición de Papá Noel, también llamado Santa Claus, Sinterklaas o Père Noel, según el país, así como la tradición del árbol navideño o la representación del pesebre, son costumbres básicas y permanentes, durante la celebración de la Navidad Cristiana, así como el reparto de regalos a los niños y el intercambio de regalos con los adultos. (En España sin embargo los regalos se reparten el día de los Reyes Magos, 6 de enero).
Si bien la simbología de la navidad – árbol de navidad incluido – no tiene un origen cristiano; ni la fecha de nacimiento del niño Jesús es cronológicamente correcta; es lícito y conveniente celebrar la Navidad, compartiendo la alegría y la meditación sobre esta fecha tan memorable… No podemos aislarnos de una identidad común y una civilización compartida, inmersa en las tradiciones de nuestro pueblo, del cual todos formamos parte…
En 25 países de mayoría musulmana se considera fiesta nacional la navidad católica (25 de diciembre) o la navidad cristiana ortodoxa (6 de enero). Tanto Jesús, el verbo encarnado de Dios y la Virgen María, la mujer más pura que ha habido y habrá, son venerados en el Corán, con tal magnitud, que son las únicas personas inmaculadas, esto es, que nacieron y permanecieron inmaculadas. De ahí que la Inmaculada Concepción de María, al igual que la Inmaculada Concepción de Jesús, son dogmas de fe en el Sagrado Corán.
Jesús fue creado por Dios, en el vientre de María, por medio del Espíritu de Dios, a través del Arcángel Gabriel. “Kun Faya Kun”. “Sé”, y Jesús se hizo en el vientre inmaculado de María, y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. “Y el verbo era con Dios y el verbo era de Dios”.
No hay una concepción más inmaculada que ésta en ser Humano alguno. Ese es el milagro de la Navidad, que el Corán reconoce, y de allí la importancia de celebrarla con fe y meditación. Lo demás es folklore y tradición.
Sin embargo si se quiere iluminar árboles, debería ser la palmera, el árbol de Navidad, ya que Jesús nació a la sombra de una datilera, en una enramada, cerca de un pesebre, y no en su interior. Los frutos de esta palmera maduraron para que la Virgen satisfaciera su hambre, y surgió un arroyo de aguas cristalinas para apagar su sed. Todo por milagro de Dios. (Corán. Capítulo XIX – Mariam – María – Versículos 24 y 25).
En lugar de los pinos y abetos, la iluminación de las palmeras en Navidad, que año con año toma más auge, está más cerca de la realidad religiosa.
¿Será un deseo manifiesto de Dios, para que la iluminación y el adorno de los árboles se hagan en su justa dimensión y la tradición se oriente a su verdadero significado?
Faruq
Definitivamente, no. Tiene sus orígenes en la Antigua creencia germánica, de que un árbol gigantesco sostenía el mundo y que en sus ramas estaban sostenidas las estrellas, la luna y el sol (lo que podría explicar la costumbre de poner a los árboles, luces). Fuera de ello, los druidas, sacerdotes celtas originarios primitivamente del suroeste de Alemania (aunque luego se extendieron por casi toda la vieja Europa, quedando finalmente confinados a Irlanda), consideraban que los dioses habitaban en los árboles, los cuales se tocaban con las manos para pedirles favores; de allí la costumbre de “tocar madera para impedir un mal presagio”.
La mayoría de pueblos de Alemania (Godos, Germanos, Celtas y Sajones) tenían también la costumbre, de que cuando en invierno los árboles perdían sus hojas, “vestían a los árboles” generalmente con manzanas o piedras pintadas para lograr que regresaran pronto los espíritus buenos que habitaban en los árboles.
En algunas casas en los países nórdicos durante el invierno, se cortaban algunas ramas y se las decoraba con pan, adornos llamativos y frutas, para ponerle un poco de colorido a las casas mientras transcurría el gélido invierno.
Por otro lado, aunque no se sabe el día exacto del nacimiento de Jesús, muchos lo consideran en primavera, en el mes de Nisan, nuestro actual abril, cuando los campos reverdecían en Palestina y los pastores podrían estar con sus ovejas en campo abierto.
Sin embargo, a mediados del siglo IV, el Papa Julio I estableció la fecha del 25 de diciembre, día próximo a muchas fiestas del solsticio de invierno e inicio de las fiestas romanas, los bacanales, que duraban 1 semana y terminaban el 31 de diciembre, que era el fin del calendario solar romano y el 1º de enero, que era el primer día del nuevo año. De esa forma se trasladó al invierno del norte de la Europa cristiana, la celebración más importante de la cristiandad.
La costumbre del “árbol del invierno” se incorporó así a la celebración de la Navidad. Se cuenta que un misionero inglés en Alemania, comprendiendo que era imposible erradicar de raíz esa tradición pagana, la adoptó dándole un sentido cristiano, haciendo que el árbol adornado fuera también un símbolo del nacimiento de Cristo. Los primeros documentos que hablan de colocar árboles de abeto o de pino en las casas son del siglo XVII en la región de Alsacia.
En los países nórdicos, por esa misma fecha, se empezaban a reunir las familias en torno a un árbol de Navidad. El día 24 de diciembre los niños eran llevados a pasear al campo, mientras los adultos colocaban y decoraban con dulces o juguetes el árbol. A su regreso los niños eran sorprendidos con el árbol y los regalos, y así daba inicio la celebración de la fiesta de Navidad.
En 1750, en Bohemia se incorporan las bolas de cristal. Cuando la Reina Victoria de Inglaterra para celebrar la Navidad hace colocar un árbol en el palacio, decorándolo con velitas que hacen relucir una serie de bellos y finos adornos, la costumbre del árbol de Navidad se vuelve moda.
La aparición de Papá Noel, también llamado Santa Claus, Sinterklaas o Père Noel, según el país, así como la tradición del árbol navideño o la representación del pesebre, son costumbres básicas y permanentes, durante la celebración de la Navidad Cristiana, así como el reparto de regalos a los niños y el intercambio de regalos con los adultos. (En España sin embargo los regalos se reparten el día de los Reyes Magos, 6 de enero).
Si bien la simbología de la navidad – árbol de navidad incluido – no tiene un origen cristiano; ni la fecha de nacimiento del niño Jesús es cronológicamente correcta; es lícito y conveniente celebrar la Navidad, compartiendo la alegría y la meditación sobre esta fecha tan memorable… No podemos aislarnos de una identidad común y una civilización compartida, inmersa en las tradiciones de nuestro pueblo, del cual todos formamos parte…
En 25 países de mayoría musulmana se considera fiesta nacional la navidad católica (25 de diciembre) o la navidad cristiana ortodoxa (6 de enero). Tanto Jesús, el verbo encarnado de Dios y la Virgen María, la mujer más pura que ha habido y habrá, son venerados en el Corán, con tal magnitud, que son las únicas personas inmaculadas, esto es, que nacieron y permanecieron inmaculadas. De ahí que la Inmaculada Concepción de María, al igual que la Inmaculada Concepción de Jesús, son dogmas de fe en el Sagrado Corán.
Jesús fue creado por Dios, en el vientre de María, por medio del Espíritu de Dios, a través del Arcángel Gabriel. “Kun Faya Kun”. “Sé”, y Jesús se hizo en el vientre inmaculado de María, y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. “Y el verbo era con Dios y el verbo era de Dios”.
No hay una concepción más inmaculada que ésta en ser Humano alguno. Ese es el milagro de la Navidad, que el Corán reconoce, y de allí la importancia de celebrarla con fe y meditación. Lo demás es folklore y tradición.
Sin embargo si se quiere iluminar árboles, debería ser la palmera, el árbol de Navidad, ya que Jesús nació a la sombra de una datilera, en una enramada, cerca de un pesebre, y no en su interior. Los frutos de esta palmera maduraron para que la Virgen satisfaciera su hambre, y surgió un arroyo de aguas cristalinas para apagar su sed. Todo por milagro de Dios. (Corán. Capítulo XIX – Mariam – María – Versículos 24 y 25).
En lugar de los pinos y abetos, la iluminación de las palmeras en Navidad, que año con año toma más auge, está más cerca de la realidad religiosa.
¿Será un deseo manifiesto de Dios, para que la iluminación y el adorno de los árboles se hagan en su justa dimensión y la tradición se oriente a su verdadero significado?
Faruq
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