Las dos conciencias

La conciencia dormida es negar la vida, negar la existencia. Es hacer una acción mecánicamente por obligación o porque sencillamente así se hace, es el que conocemos hacer nuestras obligaciones por hacerlas, sin ningún sentido, somos arrastrados por nuestra mente. Algunas veces no somos conscientes de nuestros actos, los hacemos mecánicamente, por obligación sin placer, sin sentido porque nuestra conciencia está dormida. La seguridad en uno mismo nace de la conciencia que nos abre la visión amplia y clara que nos permite ver positivamente alrededor de todo lo que nos rodea, viéndolo desde nuestra actitud positiva y nos da la confianza que tenemos en nosotros mismos.

Cuando tenemos la conciencia clara, nos da seguridad, decimos y hacemos lo verdadero, no tenemos miedo ni necesidad que nos teman, tampoco necesitamos imitar a nadie ni ser como este o aquel, quien tiene la conciencia piensa por si mismo porque está en la verdad.

La conciencia suprema es la apertura a la vida, es ser consciente, en cada acto de cada instante y de cada día, y no importa lo que hagamos, todo tiene sentido, nos sentimos vivos, plenos de una manera incondicional y espontanea, es decir, sin obligación.

Para despertar a la consciencia dejemos entrar la vida cada instante, en cada acto o cosa que hagamos, sintiendo esa preciosa energía que circula por cada célula y agradecer a la vida al universo, por cada segundo que vivimos y por estar aquí en el presente en el aquí ahora.

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