Las olas de la vida


Una vez, un niño se hizo un barquito de madera y salió a probarlo en el lago.

Sin darse cuenta, el botecito impulsado por un ligero viento fue más allá de su alcance.

Apenado, corrió a pedir ayuda a un muchacho mayor que se hallaba cerca, para que lo ayudara en su apuro.

Sin decir nada el muchacho empezó a juntar piedras y a arrojarlas… al parecer en contra del barquito.

El pequeño pensó que nunca tendría su barco otra vez, y que el muchacho se estaba burlando de él. Sin embargo, luego se dió cuenta de que en vez de tocar al barco, cada piedra iba un poco más allá de éste y originaba una pequeña ola que hacía retroceder el barquito hasta la orilla.

Cada piedra estaba calculada, y por último el juguete fue traído al alcance del niño pequeño, que quedó contento y agradecido con la posesión de su pequeño tesoro.

A veces ocurren cosas en nuestra vida que parecen desagradables, sin sentido ni plan, y hasta nos parece que nos hunden más y más; pero si esperamos y tenemos confianza en Dios nos daremos cuenta de que cada prueba es como una piedra arrojada sobre las aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca de nuestro objetivo.

A la vida podríamos verla como un laberinto con muchos caminos por tomar.

En él camino que elijamos, podemos estrellarnos contra las paredes cuando las circunstancias son difíciles, pero… ¿porque angustiarnos, preocuparnos o renegar de los problemas?.

Tomemos una actitud positiva… ¿es difícil?, ¡claro que lo es!, pero obviamente no construiremos nuestra pirámide en veinticuatro horas, debemos perseverar.

Ni el talento ni la suerte, ni las buenas relaciones interpersonales, ni las buenas posiciones, nos pueden ayudar por sí solas; solo perseverando podemos alcanzar nuestras verdaderas metas en la vida.

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