La solidaridad debe danzar sobre tu mesa


Dios te bendiga hermano innumerable...,


si puedes compartir la sal y el pan, que hay en tu mesa.

Dios te bendiga,

si puedes vencer las apetencias personales,

tan sólo a cambio de calmar el hambre,

aunque sea ,

a un solo niño de esta tierra.

Debes sentirte satisfecho y feliz, en compañía,

cuando haya un pobre sentado a tu derecha;

y cuando brindes con él,

por la amistad que es fortuna inmensa

y que en cada gesto solidario se recrea.

No seas detallista en el cuidado

de tu pesado equipaje de monedas,

porque al final, estarás más que acabado,

contando solo, el dinero que poseas.

No cuides en soledad por avaricia…

vivirás especulando

de que no alcance para otros,

un rico pan dormido tristemente,

y endureciéndose como una estatua,

sobre el solitario mantel que haya en tu mesa.





©Alma Mateos Taborda (princesa azul)

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