El libro de la familia


Hay que moverse, está todo sin hacer, hay que volver a trabajar, aún queda todo sin hacer... A veces no se adelanta nada .Ven a sentarte a mi lado en el banco delante de casa, esposa. Tienes todo derecho, ya hace cuarenta años que estamos juntos... Los hijos ya están casados, se han ido por el mundo, y de nuevo no estamos ya más que los dos, como al principio... Esposa, ¿ te acuerdas?. No teníamos nada para empezar, había que hacerlo todo. Nos pusimos a ello: ¡ qué duro era!. Se necesitaba valor y constancia. Se necesitaba amor y el amor no es lo que se cree al principio. No son sólo los besos que se dan, las palabras cariñosas que se susurran al oído o estar apretaditos el uno junto al otro; el tiempo de la vida es largo, el día de bodas no es más que un día, y luego comienza la vida ,que se va hacia atrás. ¿ Te acuerdas, cariño?.
Todas esas preocupaciones, todos los jaleos... Sólo tú te has quedado. Hemos sido fieles el uno con el otro; tú te has apoyado en mí y yo en tí.
Ponte a mi lado y luego mira: es el tiempo de la recolección y el tiempo de llenar los huecos.
Cuando el cielo está de color de rosa y un polvo también rosáceo sube por entre los árboles... Ponte a mi lado; y no hablaremos; no tenemos necesidad de decirnos nada; sólo necesitaremos estar juntos y dejar que venga la noche con la alegría del deber cumplido...

RAMUZ: El libro de la familia.
Madrid, 1974.

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